jueves, 22 de enero de 2009

¡QUÉ FÁCIL ES OLVIDAR!

Hace poco más de 24 horas las tropas israelíes se retiraron de Gaza mientras Obama era proclamado el "Primer Presidente Negro de los Estados Unidos de Norteamérica". ¡Que racistas somos! Es más importante el color de Barack que la crisis mundial. Y la verdad es que olvidamos demasiado fácil y demasiado rápido, como si el olvido aliviara el dolor, como si los muertos desaparecieran con nuestra frágil memoria.

¡Hipócrita humanidad! ¡Qué fácil es ahora quedarnos callados! Como ya no se siguen bombardeando escuelas, niños y sueños, pensamos (alucinamos) que de nuevo está en orden el mundo. Cómo nos cuesta mirar más allá de lo obvio:

- La ONU demostró una vez más su inutilidad en esta clase de conflictos y me sigo preguntando ¿Para qué existe la ONU? Si una organización de esta envergadura no es capaz de detener una masacre como la de la Franja de Gaza, entonces su existencia no tiene ningún sentido. Está bien, ahora están llevando ayuda humanitaria, y lamento mucho la muerte de algunos de sus colaboradores, pero el tema va hacia las esferas más altas de la ONU, los poderosos miembros del Consejo de Seguridad parecen solo útiles para mantener su hegemonía económica y para agachar la cabeza ante espacios atroces como Guantánamo (y para hacerle la vida imposible a países que piensan distinto, como Cuba).

- Han muerto 1,300 personas (410 niños), 5,300 heridos (1,855 niños). Además, se estima que 300 personas han padecido amputaciones (*). 410 niños, es decir, 410 madres madres y padres llorando algún pequeño que en algún momento fue la alegría de sus vidas (y eso si es que los padres no están entre las víctimas). 300 personas han perdido algún miembro y vivirán el resto de sus vidas como personas con discapacidad en una ciudad totalmente devastada.

- Toda la Franja de Gaza es ahora un montón de escombros polvorientos, escombros que no pueden ocultar la tragedia de la muerte. Llevará tiempo reconstruir edificios y curar heridas.

Perdonen los que se emocionaron con la juramentación de Obama, pero no puedo simplemente cambiar de canal y olvidar que tanto sufrimiento y destrucción se dieron impunemente ante los ojos del mundo. No puedo hacerlo ¿Ustedes pueden? ¿Se acabaron las manifestaciones pidiendo justicia ahora que paró el conflicto? Espero que no, no podemos cometer el mismo error tantas veces.

miércoles, 14 de enero de 2009

CULTURA NO ES ESO

Hace un par de días regresaba a casa en un omnibus. Todo iba bien, estaba sentado y el viaje era relativamente corto, hasta que ocurrió algo que me arruinó la calma. Uno de los pasajeros, que iba junto a su esposa, discutía con el cobrador y el chofer del bus, ¿El motivo? 40 céntimos. La pareja quería pagar 40 céntimos menos de pasaje, a lo que los responsables del vehículo se negaban rotundamente.

Y fue entonces que comenzó la andanada de insultos. El pasajero les dijo que entendía que estuvieran "mendigando por unas pocas monedas", pero que no estaba en la obligación de alimentarlos. El chofer, ofendido, le mentó la madre. En ese momento, era obvio que la situación se había salido de contexto (y de control).

Deben estarse preguntando porque una discusión omnibus (que se dan tan a menudo) es tema como para escribir un post, la respuesta es esta: Luego de un intercambio de palabras, el pasajero soltó una avalancha de insultos dirigidas al cobrador y al chofer, repetía sin cesar que eran unos "arrastrados", "muertos de hambre", que era una pena que "no hayan terminado la escuela", etc. Finalmente, como para coronar su exhibición de "superioridad cultural", les mencionó que el Petróleo había bajado, por lo tanto, debían bajar inmediatamente los pasajes, aunque entendía que ellos no lo supieran porque "¡Qué van a leer periódicos un par de campesinos muertos de hambre!".

Tanto el chofer como el cobrador, mantuvieron en todo momento la compostura. Incluso el conductor intentó bajar los decibeles de la pelea diciendo: "Amigo, por favor, respetos guardan respetos". Lejos de escuchar y aceptar el pedido, el pasajero respondió (ya totalmente fuera de sí): "¿A quién le dices amigo? ¡Te falta campesino! Pasarán varias generaciones antes de que puedas llamarme amigo". Para ese momento, ya los otros pasajeros nos dispusimos a callar al individuo, cosa que logramos después de varios tensos minutos.

Ya en casa me quedé pensando en toda la situación, y me di cuenta de lo poco que hemos crecido como país, si las personas supuestamente "cultas e instruidas" son capaces de tamañas barbaridades en contra de sus propios compatriotas. Me cuesta pensar que los recursos verbales que podrían componer tantas cosas bellas puedan usarse también para denigrar moralmente a otro ser humano de una manera tan absurda. Mis bisabuelos paternos fueron campesinos de caballo y chacra, y me enorgullezco de ello. He conocido chóferes y cobradores con amplia cultura, y otros con rezagos de la violencia en la que crecieron, un panorama que también he visto en profesionales de saco y corbata. Y es que en un mundo de colores, no podemos pensar que todo es blanco y negro.

Vale la pena recordar que la cultura no puede ser representada por un cartón de bachillerato y/o maestría, la cultura también es la que tienen los que saben respetar la dignidad de otros. No me vale la cultura de esos políticos que saben mucho de economía, pero que saben también coger algunas moneditas, y me da asco la cultura de algunos profesionales que saben engañar a los pueblos nativos para que regalen sus tierras.

Prefiero la cultura del campesino que sabe hablar con la naturaleza, que comparte su calma con el viento andino, prefiero la cultura de mi abuela, que aprendió a leer a los 50, y sabe hacer sentir a cualquiera como un rey cuando hay visitas, su cultura que me dice siempre lo que necesito antes de lo que quiero oir. Prefiero la cultura de los que antes que dar órdenes piden por favor, y la cultura de los niños, que saben siempre ser sinceros y que rien, lloran y corren como si la vida durara un día. Esa es la cultura que quiero y respeto.

sábado, 3 de enero de 2009

Por los niños que no serán...(para mi y para ustedes)

Desde que somos números nada importa,
ya 1000 muertes son pocas,
nada que no podamos olvidar en una botella de vodka...


Y mientras en tu corazón construyes un muro,
sigue Gaza cayendo entre bombas,
siguen volando los niños, sigue muriendo el futuro...


Y nos quejamos en una laptop,
escribiendo al mundo una súplica,
y así alimentamos a nuestra falsa consciencia...


Y esto hacemos porque no nos atrevemos a decirlo en voz alta,
porque no nos importan esos niños hasta que aparecen en trozos por la pantalla,
porque somos humanos, porque somos imperfectos, porque no tenemos alma...


Y yo mismo me insulto en estas líneas, y que bueno es sentirse ofendido,
Significa que aún tenemos un residuo de conciencia, aún somos capaces de ofendernos, todavía vivimos, todavía sentimos...


Pero de nada sirven estas líneas, se perderán en el cosmos cibernético,
y tu verguenza (y la mia), pasarán con el tiempo,
los niños seguirán muriendo, hasta que dejen de ser noticia...

Porque para nuestras almas y ojos modernos,
lo que no muere en la pantalla, no muere en realidad,
porque nuestro corazón es hoy audiovisual, no le duele lo que no puede ver...

sábado, 27 de diciembre de 2008

¿Donde vas Kolín?

Ella viene hacia a mi con toda la alegría y frescura de sus 6 años, tambaleante en su carrera, se las arregla para llegar a mis piernas, y pedirme con un grito entusiasmado que la cargue. Lo hago y un beso húmedo y tierno en la mejilla, complementa mi alegría. Es la pequeña Kolín, tiene parálisis cerebral, y desde que la conocí el año pasado, no ha dejado de recibirme de esa manera a mi llegada al trabajo.

Kolín es el ejemplo perfecto de lo que una atención a temprana edad puede lograr en la calidad de vida de una persona con discapacidad. Cuando la conocí, le costaba mantenerse en pie durante demasiado tiempo, ni hablar de caminar y correr, casi siempre era una caída segura, aunque cabe resaltar su empeño en ponerse nuevamente de pie e intentarlo de nuevo. Recuerdo, además, que en ese entonces su lenguaje corporal y hablado era realmente reducido.

Me hice amigo de Kolín por una predilección especial que siento por los niños pequeños, de alguna manera me recuerdan mi infancia y me ayudan a sentir que en el mundo aún hay espacio para la alegría y la inocencia. Todo comenzó el año pasado (antes de seguir, les recuerdo que en Yancana Huasy funciona un Centro de Educación Básica Especial), yo me acerqué al aula de Inicial para niños de 5 años, y entre el grupo de niños estaba kolín. Le pedí permiso a la profesora Bertha, responsable del aula, para tomar unas fotos a sus niños.

Cuando le tocó el turno a Kolín, sucedió lo que se podría llamar amor a primera vista entre mi cámara y ella. Inmediatamente comenzó a posar como toda una profesional, siempre mostrando una sonrisa llena de vida y plenitud. Desde ese momento, se convirtió en mi niña estrella. Religiosamente bajaba a tomarle fotos una vez a la semana: ella sonreía, fruncía el ceño, ponía una mano en su cintura, hacía lo que le pedía sin pedir explicaciones. Y yo, feliz detrás de mi cámara, enviándole siempre un beso volado como recompensa. Hasta que ella aprendió a enviarme besos volados también, y comenzamos a comunicarnos en un tierno lenguaje propio. Desde entonces, casi año y medio después, ha evolucionado de una manera asombrosa, para emoción mia, ha aprendido a decir a medias mi nombre, tiene mejor equilibrio y su lenguaje corporal se ha desarrolllado al punto que cualquier persona puede entender lo que dice sin demasiado esfuerzo.


Hace poco me regaló un macetero hecho de lata de leche y una botella de plástico cortada, y una flor de corrospún (un material esponjoso y colorido), con una inscripción detrás que dice: "Para Jesús de Kolín). Ahora mi oficina tiene una flor al lado de la fría computadora, y todo cobra más vida cuando veo ese pequeño y amoroso obsequio. En ocasiones, sin embargo, también me encuentro triste, y un par de veces no pude contener las lágrimas; sucede que la profesora actual de Kolín, me dijo días atrás que el próximo año se la llevan a vivir al Cusco, que ya no la veré. La madre de mi pequeña alegría se acercó a mi oficina unos días después para pedirme que por favor le diera todas las fotos que tuviera de ella. Así supe que era en serio, Colín se iba.

Pero en estos días muchas preguntas rondan mi cabeza ¿Qué le espera en Cusco? ¿Hay algo como Yancana Huasy por allá? ¿Tendrá una escuela? ¿Seguirá progresando como hasta ahora? Me preocupo, porque se que nuestro país no es precisamente un modelo de inclusión y apoyo a las Personas con Discapacidad como Colín. No hay mucho que pueda hacer ahora, la decisión está tomada y ella se va. Y sufro, no lo niego, no volverá a correr a mis brazos mientras cruzo el portón verde de Yancana, ni empapará mi mejilla con sus saludos tiernos e infantiles, siento que una parte de mi se va con ella. Me queda una flor con su nombre, un beso volado impregnado en el alma y la esperanza de que siga siendo la niña feliz que se robó mi corazón.